Los
adolescentes son infalibles e inseguros.
Es
esa etapa de la vida en la que nos creímos capaces de todo, pero teníamos todos
los miedos. Íbamos a hacerlo todo mejor que nuestros padres, y antes, porque
¿qué sabían ellos del mundo actual?
Ahora
pensamos que los adolescentes no son como éramos nosotros, porque nosotros
teníamos otras ideas, o éramos más constantes…o algo nos diferenciaba. Tal vez
lo que era diferente era el mundo, la tecnología, el entorno. Pensamos que “es más
peligroso ahora”.
Sin
embargo a la vez teníamos miedo a lo que pensaran nuestros amigos, de lo que
pensara la chica o el chico que nos gustaba, o de cualquier otra cosa
relacionada con los amigos, los compañeros, los demás “iguales”.
No
son distintos nuestros hijos de nosotros. Ha cambiado el mundo. Y el de ahora
nos asusta porque vemos peligros que ellos no ven, existan no.
En
lo tocante a los estudios y al esfuerzo tampoco cambiamos tanto en general, y a
menudo olvidamos que nuestros hijos no somos nosotros, y que tendrán otras
perspectivas y otros objetivos y gustos, distintos de los nuestros.
Muchos
padres piensan que sus hijos son vagos, y que no son constantes, que no pueden
estar concentrados mucho tiempo en una cosa. Sin embargo basta fijarse en su
actitud con los videojuegos, o con el futbol o con cualquier actividad que les
guste para comprobar que sí son capaces de mantenerse concentrados. La motivación
la encuentran en aquellas cosas que les gustan, en aquellas cosas que de verdad
les emocionan.
Son
varios los elementos a tener en cuenta para motivar a los adolescentes desde la
perspectiva de un adulto.
El
primer elemento es tener paciencia y memoria. Recordar cómo éramos, no tano lo
claro que tuviéramos el futuro, sino cómo nos sentíamos cuando los adultos
intentaban cambiarnos.
El
segundo es tener claro cuáles son los objetivos de quien, es decir, para qué
motivamos.
Lo
que buscamos es que los adolescentes encuentren dentro de sí mismos la
motivación. Se trata de hacer que se interesen en aquello que pensamos que les
beneficiará (estudiar, claro), a través de sus propios intereses. Para ello
tenemos que buscar qué les gusta y dirigir su mirada a través de sus gustos
hacia actividades productivas (según nuestro criterio de adulto).
Claro
que esas actividades que a nosotros nos parecen bien tienen que ser flexibles,
si queremos que lean, no podemos ofrecerles La Iliada, sino Juego de Tronos. Si
queremos que hagan deporte tendremos que buscar el que les gusta. Si queremos
que estudien tendremos que relacionar las materias, las asignaturas con aquello
que les gustaría hacer en el futuro.
Habrá
que ofrecer actividades nuevas, dejar elegir, dejar que se equivoquen y
acompañarles en su elección.
Habrá
que tener en cuenta que cada persona tiene sus intereses, y es distinta de los
demás, lo que incluye a los adolescentes.
Tendremos
que tener en cuenta también a sus amigos, y especialmente lo que nuestro
adolescente piense que piensan sus amigos, lo que teme que piensen,
exponiéndole que las opiniones de los demás son solamente opiniones, y que puede
sobreponerse a las opiniones negativas.
Hablar
con ellos intentando que ellos hablen con nosotros para conocer sus
expectativas y sus miedos. Que nos cuenten qué quieren. Para eso hay que
ganárselos con metas a corto plazo, y recompensas por lograrlas. Los premios se
obtienen al alcanzar los objetivos, y eso hay que dejarlo claro, no valen
alcances a medias, no valen aplazamientos, o sí o no.
Las
expectativas tienen que ser altas, pero alcanzables. Un reto, pero al que
puedan llegar, esto, que vale para todo el mundo, es especialmente importante
para las personas que tienen una autoestima intervenida por la opinión de los
demás.
Porque
son dos los aspectos en los que hemos de intentar incidir a la vez que en la
motivación, en la autoestima, es decir, en la imagen interior que los adolescentes
tienen de sí mismos (recordemos que son infalibles-inseguros) y en la necesidad
de asumir responsabilidades.
Serán
capaces de asumir responsabilidades en la medida en que obtengan resultados.
Pero hay que explicar claramente que todo acto tiene consecuencias. Deben
asumir que al tomar una decisión, ésta va a tener un resultado.
Motivar
es ayudar a tomar decisiones, a aceptar el resultado de éstas, a mejorar la
autoestima. Motivar es ayudar a crecer, y a asumir que cada una es responsable
de su vida, de sus decisiones.
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