Hermann Hesse, escribió en 1950 el libro
Siddhartha.
En un momento determinado, al personaje
principal, Siddhartha, le preguntan ¿Qué sabes hacer?, y él contesta:
- Sé
meditar, sé esperar y sé ayunar.
En la época en la que se desarrolla la
novela, el interlocutor de Siddhartha tampoco ve la utilidad de estas
habilidades. Sin embargo son esas habilidades, entre otras, las que llevarán al
personaje a reencontrar su camino.
La recompensa diferida, el saber esperar al
momento de actuar, no reaccionar de modo exagerado… saber esperar supone un
ejercicio de control sobre las acciones y reacciones.
Los niños que son capaces
de esperar ante un objeto de deseo (un dulce) a recibir el permiso para
cogerlo, tienen mejores expectativas de futuro que los que quieren su
recompensa de forma inmediata. Es un experimento clásico (el test de la
golosina o Marshmallow) en el que se pone a niños pequeños delante de un dulce
que les gusta, y se les advierte que no deben comérselo hasta que no se les
permita, y que entonces obtendrán otro. Después se les deja solos.
Los niños que son capaces de aguantarse
tienen una perspectiva de futuro mejor (en el experimento original hicieron un
seguimiento a estos niños durante años para probarlo), porque serán capaces de
esperar, es decir, porque tienen un mayor control sobre sí mismos, su
expectativa de éxito es mayor.
No todos sabemos esperar, y nos lanzamos
alocadamente antes de la cuenta hacia el premio, cuando podríamos haber
obtenido uno mayor, de haber esperado lo suficiente. Justo lo suficiente.
Saber meditar también es importante.
Siddhartha practicaba meditación en el sentido “oriental”, es decir, dejando la
mente abstraerse, dejando fuera de todos los problemas o realidades, fijándola
en algún objeto exterior o interior para meditar sobre él.
En el sentido “occidental”, meditar es
pensar detenidamente sobre un asunto, para encontrar todos y cada uno de los
aspectos de ese asunto, para encontrar cada posibilidad…
Según el diccionario de la Real Academia de
la Lengua, meditar es aplicar con profunda atención el pensamiento a la
consideración de algo, o discurrir sobre los medios de conocerlo o conseguirlo.
Es la definición occidental.
En cualquier caso se trata de centrar la
atención, de concentrarse, sobre un objeto, pensamiento, asunto o sobre sí
mismo.
Ser capaz de meditar, es también
importante, porque significa que la persona también sabe esperar, en este caso
a tener todos los datos o a actuar cuando sea oportuno, o en todo caso es capaz
de relajar la mente alejando las preocupaciones durante el proceso de
meditación.
Y ser capaz de ayunar significa ser capaz
de privarse de objetos de deseo, de premios, de cosas necesarias, durante un
tiempo. Es decir, ser capaz de controlarse.
Bien está ser capaz de esperar, de meditar
y de ayunar. Son capacidades importantes, especialmente si las tomamos en
sentido amplio, como capacidad de control sobre sí mismo.
En mi opinión, estas capacidades se
complementan con la de ser capaz de actuar, de lanzarse a por las metas cuando
sea el momento, o cuando se considere que es el momento.
Ser capaz de soñar y de perseguir los
sueños.
Ser capaz de dejar volar la imaginación sin
dejar de tener los pies en el suelo, y de imaginar mundos mejores a los que podemos
llegar.
La foto es de un garaje de la calle Hortaleza, de Madrid. No hace falta ser tan radical, pero lo cierto es que si no luchas por tus sueños nunca sabrás si pudieron ser realidad.