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Hace algún tiempo (en marzo del año 2012) puse un enlace en mi página Facebook.
Hace algún tiempo (en marzo del año 2012) puse un enlace en mi página Facebook.
Era
un artículo del periódico El País, que trata sobre personas víricas,
o personas tóxicas en la versión del mismo tema de Fernando Stamateas.
Las
personas víricas son, según Patricia Ramírez, la escritora del artículo,
personas que nos contagian sus emociones negativas y nos dejan sin energía.
Muchos hemos tenido a alguien así cerca, y terminas por apartarte de su
influencia, de su cercanía, de su presencia y de su amistad.
Describe
Patricia en el artículo varios tipos de virus humanos, víctimas continuas de
todo lo que sucede, a las que todo les sale mal, o que tienen toda la mala
suerte.
Otros
son caraduras, criticones, tienen mala idea o, simplemente, son víricas porque
lo que quieren es hacer daño.
Muchas
personas mantienen una posición continua de “dolor”, son víctimas del mundo y
de sus circunstancias. Algo traté en este blog cuando hablé del locus de
control, de la culpa y de la responsabilidad.
Hoy
quiero centrarme en las emociones, en lo que estas personas dicen sentir o
sienten.
Todas
las personas tenemos sentimientos, emociones, que son parte de nosotros mismos
tanto como lo son los pensamientos. Sin emociones no creo que se pueda llevar
una vida plena. Las emociones se entrecruzan muchas veces en el camino de la razón,
y eso ni siempre es malo, ni siempre es bueno.
Somos
seres vivos, seres humanos con derecho a equivocarnos y con derecho a acertar
sin saber por qué.
Se
han descrito seis emociones básicas, comunes a todos y cada uno de los seres
humanos desde su nacimiento, a todas las razas y culturas, son alegría,
sorpresa, enfado, miedo, asco y tristeza.
Junto
a estas emociones básicas existe todo un catálogo de sensaciones, emociones y
sentimientos desde el amor a la vergüenza, sin que estos sean extremos de
ninguna línea de sentimientos.
A
veces esos sentimientos son adaptativos y otras veces disfuncionales. Sentir
tristeza puede ser necesario, en caso de una pérdida, para recomponerse. Sentir
miedo también puede salvar nuestra vida en caso de peligro real.
Pero
estar enfadado continuamente, o tener miedo del aire, puede hacer que nuestra
vida sea complicada.
Las
emociones no se pueden controlar cuando surgen, especialmente si son respuesta
a una situación concreta, pero sí podemos decidir cuánto tiempo queremos
quedarnos en esa emoción, especialmente si nos provoca dolor.
Otras
veces provocamos la emoción, o el efecto visible de la emoción. Los niños lo
hacen muy bien cuando lloran para conseguir algo.
En
este caso las emociones son un medio para conseguir algo de los demás. Son
emociones “instrumentales”, en palabras de Leslie Greenberg.
Cuando
esas emociones se refuerzan, por ejemplo consiguiendo lo que nos proponíamos,
pueden convertirse en una respuesta continua como forma de relación con los
demás, especialmente en el caso de enfrentarnos a una dificultad.
Algunas
personas víricas han convertido esa emoción instrumental en su medio de vida
emocional, en su forma de relacionarse con los demás. Son las víctimas, los
miedosos, los que descargan su responsabilidad en los demás, los que siempre
tienen un dolor insuperable (que puede ser real, pero no insuperable), los que
son más desgraciados que tú, les cuentes lo que les cuentes.
Su
emoción instrumental, a base de reiteración, ha traspasado lo fingido hasta
convertirse en “real”, hasta ser parte de ellos mismos.
Sufrir
continuamente no tiene sentido. Por lo menos yo no se lo veo.
La
desgracia viene y la emoción negativa que la acompaña quizá no pueda evitarse.
Pero mantenerse en la desgracia mental, en la posición de víctima una vez
superada la situación sí. Hay vida después, seguro.
Si conoces a alguien así, cuéntale que puede salir de su laberinto.
Si
te has reconocido en estas líneas, no lo siento, si escribo es para sacarte de
tu zona de confort, así que, espabila.
Si necesitas ayuda o conoces a alguien en esa situación, puedo ofrecértela a través de la página de Gabinete Sumar (www.gabinetesumar.com)
Si necesitas ayuda o conoces a alguien en esa situación, puedo ofrecértela a través de la página de Gabinete Sumar (www.gabinetesumar.com)
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