Según el diccionario, soledad es carencia voluntaria o
involuntaria de compañía, y también pesar y melancolía que se sienten por la
ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo.
Aislamiento es incomunicación, desamparo.
En términos físicos puede entenderse de forma similar, si
bien el aislamiento trae consigo una situación de indefensión, por falta de la
posibilidad de comunicarse o de obtener ayuda.
En términos mentales la diferencia es todavía mayor. La
soledad puede interpretarse como falta de compañía, o de sensación de falta de
compañía; un sentimiento de pérdida, una carencia que puede ser voluntaria,
pero que en cualquier caso es salvable. Quien está solo puede dejar de estarlo
por sus propios medios, buscando ayuda o compañía.
Otra cosa es quien está aislado. El aislamiento conlleva
una suerte de decisión ajena, o de imposición de los demás. Parece que quién
está aislado lo está porque los demás así lo quieren. Tal vez por alguna
característica propia que impele a los demás a rechazar a esa persona.
Esa es la diferencia definitiva. El rechazo. Quién está
solo lo ésta porque ha ido perdiendo compañía, o porque se siente solo aunque
tenga alrededor a personas que se interesen por él.
Quién está aislado no lo está por decisión propia, sino
porque ha sido rechazado, o siente que ha sido rechazado.
Explica David Goleman en su libro Inteligencia Emocional,
que, según un informe publicado en Science en 1987, el aislamiento «tiene la
misma incidencia en la tasa de mortalidad que el tabaco, la tensión arterial
elevada, el alto nivel de colesterol, la obesidad y la falta de ejercicio
físico»
Y posteriormente añade: “Soledad, no obstante, no significa aislamiento. Son muchas las
personas que viven retiradas o que tienen muy pocos amigos y que, en cambio, se
sienten satisfechas y gozan de una salud excelente. El aislamiento que implica
un riesgo clínico consiste en la sensación subjetiva de desarraigo y de no
tener a nadie a quien recurrir. Y esta situación resulta terrible en la moderna
sociedad urbana por el creciente aislamiento producido por la televisión y por
el declive de los hábitos sociales (como pertenecer a una asociación o visitar
a los amigos) y confiere un valor añadido a grupos de autoayuda tales como
Alcohólicos Anónimos u otras comunidades similares.”
En definitiva, sentirse aislado supone un riesgo cierto
para la salud física y mental, según Goleman. Y de esa sensación de aislamiento
no se considera capaz de salir quién allí se ve. Es una sensación subjetiva
quizá, o tal vez es una situación a la que se ha llegado al rechazar a los
demás. Tal vez en ocasiones la situación se produce porque realmente existe esa
situación de rechazo.
A veces queremos estar solos, pero no creo que nadie
quiera quedarse aislado, sin la posibilidad de recurrir a los otros.
Y ahora, que podemos hacer para no cerrar puertas. Cada
uno tenemos un número de personas alrededor, amigos, familiares y conocidos.
Personas a las que a veces contamos sentimientos, vivencias, necesidades. No
hay un número fijo o determinado.
Como conté en una entrada anterior, las amistades son muy
variables, y cada uno de nosotros las cuida o las descuida de una forma
diferente. Algunas personas tienen cerca a alguien con quien comparten toda su
vida interior, aunque no hablen de ella. Otros tienen cerca a personas a las
que hablan de todo lo que les ocurre, mientras que no lo hacen con otras
personas que tienen más cercanas.
En internet se pueden encontrar miles de powerpoints que
hablan de la amistad, de lo importante que es cuidar a los amigos, estar cerca
de ellos… Yo creo que muchos de ellos lo que expresan es el miedo de quién los
hizo a quedarse aislado. Y en esta sociedad de la comunicación a distancia
parece que es fácil aislarse detrás de un muro tecnológico. Otros utilizarán la
tecnología para romper sus miedos a comunicarse, y entonces la informática no
resultará deshumanizante.
Como todas las tecnologías, importa el uso que se haga de
ellas. Si se emplean para conocer y relacionarse con otras personas, estupendo,
especialmente para aquellos que se encuentran aislados físicamente, pero que no
están solos gracias a la técnica.
Como todas las sensaciones, aislamiento y soledad tienen
un elemento subjetivo. Sobre ese elemento podemos actuar, y modificarlo, para
sentirnos menos solos, para sentirnos menos aislados.
Hoy abre los ojos, mira a tu alrededor, y comparte tu
vida con las personas que te acompañan. Agradece su compañía, y hazles saber
que no están solos.