Se pueden encontrar muchos libros que tratan sobre
psicología positiva y sobre la “Ley de la Atracción”. Por ejemplo está el libro
“El Secreto”, o muchos otros relacionados con éste. En la mayoría de ellos
transmiten como uno de los mensajes principales que el cerebro no procesa bien
la palabra “NO”, especialmente aquella parte del cerebro en el que anidan los
sentimientos, las reacciones más rápidas frente a los estímulos exteriores (o
el subconsciente si se quiere), que atiende más a las emociones que al sentido
de las palabras.
Ciertamente, cuando recreamos de forma reiterada y
machacona una emoción negativa, o pensamos en que algo malo nos va a pasar, de
algún modo estamos atrayendo una situación negativa. Como con pensamientos del
tipo “no quiero caerme, no puedo caerme, sería horrible si me cayera…” Al fin y
al cabo, con pensamientos de este tipo lo que estamos haciendo es pensar en la
caída, y ésta posiblemente sucederá. Y no importa si el pensamiento es en forma
de palabras o de imágenes, si la emoción es suficientemente intensa, las
posibilidades de caerse son muchas.
En el fondo tanto da si es un efecto del universo a
través de la “Ley de la Atracción”, o simplemente es el resultado de evocar
algo negativo de forma que sugestionamos al cerebro de forma inconsciente para
que ese “algo” negativo nos ocurra.
Pero igual que la “Ley de la Atracción” en su sentido
positivo no funciona de forma automática, (los gurús del tema te explicarán
que debes mantener la concentración en el aspecto positivo de forma continuada
y tenaz esperando a que el universo te dé la respuesta); tampoco creo que por
desear que algo negativo no pase se esté llamando al desastre.
En mi forma de ver las cosas, somos nosotros los que
actuamos, los que provocamos muchas de las cosas buenas y muchas de las cosas
malas que nos ocurren. También el azar juega aquí, solo que una persona que
esté esperando algo negativo, verá cumplida su profecía, siempre; mientras que
quien espere algo positivo, si se produce un problema, entenderá que debe
esperar algo más, o buscará el lado positivo del problema que llegó. Yo siempre
encuentro el lado positivo.
La sugestión es una herramienta muy poderosa, que permite
reconducir nuestro comportamiento y nuestro pensamiento. Constantemente estamos
siendo bombardeados desde el exterior con mensajes que quieren cambiar nuestra
manera de comportarnos (ver entrada de neuromarketing).
Nada impide que nos sugestionemos a nosotros mismos para
conseguir crecer como personas, para acercarnos y lograr los objetivos marcados.
Un método que enseña una forma de autocontrol mental es el método Silva, un
método excelente que recomiendo, bien a través de los cursos que imparten, bien
mediante los libros publicados sobre este método.
En este método, o en los libros sobre sugestión o hipnosis,
se explica que las personas somos especialmente sugestionables en estado alfa y
podemos sugestionarnos o autosugestionarnos en ese estado mediante órdenes
claras dirigidas a nuestro interior.
El estado alfa es uno de los niveles de generación de
ondas cerebrales en el que podemos encontrarnos, ondas que se plasman en un
electroencefalograma.
En el estado de vigilia el nivel de producción de ondas
es beta y los planos más profundos son denominados también con letras griegas
(theta y delta), que varían según el número de ciclos por segundo o Hercios de
cada nivel de ondas, siendo menor según entramos en los niveles más profundos.
En el estado o nivel theta nos encontraremos en sueño profundo, mientras que el
sueño REM (Movimiento Rápido de Ojos en sus siglas en inglés) tiene una actividad de las neuronas del cerebro que se
asemeja a la de cuando se está despierto.
En el estado alfa (es decir, cuando el cerebro se
encuentra “emitiendo” ondas alfa) y en los inferiores, es recomendable darse
mensajes positivos, evitando la palabra “no”, pero también cualquier otra
palabra negativa o cualquier idea negativa. Este estado, cercano al sueño, pero
alcanzable de forma consciente, permite que encontremos mejores soluciones.
Se puede inducir de forma exterior, mediante sugestión profunda,
o puede ser alcanzado de modo sencillo mediante diferentes técnicas (como el ya
citado método Silva, cuyo nivel de trabajo es el “plano básico mental”, situado
entre los niveles alfa y theta).
En cualquiera de los dos casos los que se busca es una
relajación física con desconexión del exterior, normalmente con los ojos
cerrados, de forma que el cerebro trabaje buscando la solución al problema o la
vía de trabajo mejor para alcanzar la meta.
Volviendo a las palabras, creo que todos los mensajes que
nos dirijamos a nosotros mismos deben ser positivos. Sin embargo eso no
significa que debamos excluir la palabra “no” de nuestro repertorio, igual que
la palabra “pero” de la que hablé tiempo atrás.
Las palabras son poderosas como lo son las
emociones.
Podemos conseguir involucrar palabras y emociones en la
solución de problemas mediante un sencillo método:
Escribid el problema o el reto con el que estéis
luchando. Escribid las emociones negativas que os vengan a la cabeza como
asociadas a ese problema. Escribid al lado emociones positivas, escribid
lo que podéis conseguir de positivo tras resolver el problema, mediante
palabras y mensajes de éxito.
Una vez hecho en papel recordad ese mensaje positivo
continuamente. Haciendo una relajación podemos transferir esas emociones y
palabras positivas a nuestro interior.
Después recordando continuamente el objetivo, la meta,
podéis recordar esa sensación positiva, especialmente al enfrentaros a las
dificultades (las exteriores y las que nos creamos mediante excusas).
Imaginaos tal y como queréis ser, pensad que estáis
caminando hacia ese objetivo, que lo estáis consiguiendo.
Implicad palabras y emociones positivas en vuestros sueños. Si esa evocación
se produce de forma continua, y si se produce en un estado de relajación
inducida, en el “estado” alfa, vuestra predisposición a encontrar soluciones y
a lograr las metas será mayor.
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