He estado
haciendo una lista de las personas que he ido conociendo a lo largo de mi vida.
Son muchas, y la mayoría han sido personas a las que he visto durante un corto
periodo de tiempo, y con las que he congeniado bien, que me han aportado ideas
y valores a mi vida, pero con las que luego apenas he continuado con la
relación, casi siempre porque yo no la he mantenido.
En la
lista he ido marcando a las personas que considero amigas mías.
Entonces
me he parado a pensar…¿por qué creo que son amigos? ¿qué diferencia a conocidos
de amigos?
El tiempo
no, porque a algunas personas las he visto a diario durante años y nunca he
llegado a tener amistad con ellas. Sin embargo a alguno de mis mejores amigos
les veo muy de vez en cuando, y a algunos de ellos no les veo desde hace años,
y sin embargo siguen siendo amigos, buenos amigos (o amigas).
Tampoco
es relevante la cantidad de cosas que conozco de cada persona. De muchos no sé
sus gustos musicales, ni si leen mucho o poco, qué lectura prefieren, su color
favorito o la música que prefieren escuchar.
Entonces
he decidido comparar lo que sé de mis amigos con lo que sé de Eva, mi
chica. De ella sé ciertamente muchas
cosas, sé que le hace reír o llorar, que flores le gustan, cómo suena su risa,
dónde tiene cosquillas, cómo está su pelo cuando se levanta y el sonido de su
respiración cuando duerme tranquila.
Sé las
cosas importantes. Pero sobre todo sé dos cosas, una cuáles son sus
sentimientos hacia mí (llevamos 17 años juntos) y dos cuáles son mis
sentimientos hacia ella.
Y si todo
lo demás cambiara o perdiera su recuerdo, de estas dos últimas cosas seguiré
estando seguro.
Así que,
volviendo a mis amigos, lo que les hace especiales respecto al resto de
personas que conozco, es que sé que siento hacia ellos. Conozco perfectamente
mis sentimientos, y estoy bastante seguro de qué piensan y sienten ellos (y
ellas) de mí. Al final, lo único importante son los sentimientos, los que se
conocen y los que se creen conocer.
Lo cierto es que nos pasamos la vida intentando agradar a los
demás; y uno de los mayores generadores de estrés es esa necesidad, el miedo a
una mala opinión de otros.
Sin embargo esta presión podemos quitárnosla de encima. No es más
que otra obligación auto impuesta.
Es importante centrar quién es la persona más importante para
nosotros...
La persona más importante eres tú,
para ti.
Sólo desde esta comprensión puedes valorar a los demás y puedes
ofrecer lo que tú quieres.
La seguridad en uno mismo parte de la comprensión y de la
aceptación de lo que somos, de cómo y de
quienes somos. Pasa por disculparme los errores que haya podido cometer y
superar la sensación de humillación que los acompaña.
Y termina en la comprensión de cuál es el papel de los otros en
nuestra vida.
Aquellas personas a las que queremos cuentan con nuestra
comprensión y podemos hablar con ellos de cualquier conflicto, en cualquier momento. Porque entendemos que
su opinión importa, y que puede cambiar
lo que pensamos (cambiar de opinión es un
derecho irrenunciable).
Si los
sentimientos cambian, todo lo demás pierde importancia. Por supuesto que
tenemos derecho a cambiar, y a veces nos sentimos decepcionados por algo o por
alguna cosa que ha hecho alguien y todo cambia. No veo ningún motivo que exija
que se mantenga una relación que no se quiere mantener, que dejó de estar
basada en sentimientos positivos y ha dado lugar al resentimiento, a la duda,
al desprecio o, mucho peor, a la indiferencia.
Seguro
que cuando una relación cambia, terceras personas se ven involucradas, pero eso
no significa que tengamos que mantenerla para hacerles creer que todo sigue
igual. La actitud, la forma de relacionarnos llamará la atención, y creará más
dudas y más inquietud, especialmente en aquellas personas que aprecien a ambas
partes.
Como
todas las decisiones, acabar con una relación del tipo que sea es complicado. Y
es una decisión propia, basada en las propias experiencias y pensamientos, y
sólo en eso. Si hacemos o dejamos de hacer algo por no molestar o asustar a otras
personas, tal vez descubramos que al final esas personas lo que querían es
saber que pasaba en realidad, y si nos quieren, lo que desean es que estemos
bien.
La solución a si se debe continuar una relación, la tiene en
definitiva cada uno. Depende de las respuestas que demos a las preguntas ¿qué
me mantiene aquí? ¿qué ha cambiado? ¿qué sigue igual? ¿qué ganaría?¿qué
perdería?. Hazte estas preguntas debemos dirigirlas a ti. Las respuestas
solamente las tienes tú.
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