El viernes 21 de diciembre se va a acabar el mundo, otra vez.
En los últimos años el mundo se ha terminado unas cuantas
veces. Desde el año dos mil hasta ahora se han predicho varios fines del mundo.
No es nuevo. El siglo pasado H.G. Wells hizo lo suyo con
su máquina del tiempo, y las series de televisión (por ejemplo 1999) las
películas (Rescate en Nueva York) y sobre todo la literatura (1984 de George
Orwell o Un Mundo Feliz de Aldous Huxley) han predicho fines del mundo. También
alguna tercera guerra mundial que otra.
El de ahora viene cargado de zombis.
Personalmente creo que a nuestro alrededor hay mucho
muerto viviente, personas que no son capaces de vivir la vida que tienen y
siempre están esperando que les pase algo o que llegue algo.
Yo os propongo que terminemos con ese mundo interior
infeliz, porque ¿cuántos cambios, cuántos planes habéis empezado cada principio de año y nunca los
habéis terminado?
Cada año comenzamos con una lista de buenos propósitos.
Sobre nuestra salud, alimentación, trabajo, estudios...
¿Os habéis preguntado por qué fallan esos planes?
¿Por qué no conseguimos los resultados esperados o
deseados?
Tal vez sea porque no tenemos la actitud correcta, porque
el cambio que queremos no surge desde el interior, sino que responde a una
necesidad impuesta por los demás.
A veces creemos que queremos algo, pero no es así. En
nuestro interior queremos que todo siga igual. Cuando nuestros deseos interiores
y nuestros deseos exteriores no coinciden, nada cambia, o cambia poco y pronto
vuelve hacia atrás.
Pasa con las dietas. Queremos bajar de peso, pero no
queremos dejar de comer igual que comemos, no queremos hacernos responsables de
nuestra alimentación. Preferimos pensar que “es que a mí me engorda el agua,
porque por más regímenes que intento hacer pronto vuelvo a tener el mismo peso”
Lo que ha sucedido en realidad es que no queremos
cambiar, queremos seguir igual.
Algunas personas no mejoran en muchos aspectos de su vida
porque quieren poder seguir quejándose de lo mala que es. Y ni siquiera se dan
cuenta de esto.
¿No conocéis a nadie que siempre se está quejando? Y sin
embargo cuando pudo salir de esa situación te dice “Es que no es tan fácil, me
gustaría verte en mi situación, lo que pasa es que…” Sustitúyanse los puntos
suspensivos por la excusa que te dan.
Cuántas veces habéis dado vosotros una excusa. Y cuántas
veces esa excusa os la habéis dado a vosotros mismos.
Yo lo hago a veces.
Pero hoy vamos a terminar con este mundo. Vamos a cambiar
definitivamente. Porque vamos a buscar que ese cambio surja del interior.
En primer lugar haced una lista con los tres propósitos
más importantes que tenéis para el próximo mundo (el que empieza el sábado,
después del fin de éste).
Ahora quedaros con el más importante, ese que queréis de
verdad que se cumpla (y que sea un propósito que vosotros podáis cumplir, que
no dependa de terceras personas, en especial que no dependa de los niños de San
Ildefonso).
¿Ya lo tenéis?
Ahora haced una lista con todas las excusas que recordéis
haberos dado para no continuar en el pasado con los planes para conseguir esa
meta.
Tomaros vuestro tiempo, porque parte de vuestro yo
interior se está enfadando. A la parte de nosotros que no quiere quenada cambie
no le gusta que la pongan en cuestión.
Ahora, decidid si de verdad queréis que ese buen
propósito se cumpla. Si es así continuad adelante. Si decidís que queréis
seguir igual, buscad otra meta; pero no os quejéis por no conseguir la que
habéis desechada.
Bien. Ahora vamos a escribir en un papel, que solamente
leeremos nosotros, un mensaje para nuestro subconsciente.
Escribid la meta deseada: “A partir de ahora voy a ser… (o
a hacer…) y no voy a utilizar ninguna de las excusas que utilicé en el pasado, porque
yo sé que no son verdad. Ya estoy siendo… (o haciendo…) ya soy como quiero ser
y cada minuto que pasa me acerco más a mi meta.”
Bueno, esto o algo parecido no soy muy partidario de las
oraciones iguales para todos.
Y ahora el paso final.
Vamos a recordar la entrada de relajación; emplead el
sistema que allí os contaba y en el momento en el que estáis en el lugar de
descanso ideal decidle a vuestro yo interior la oración que habéis escrito. Decidle
que YA habéis cambiado, que él ya ha cambiado.
La idea fundamental es deciros una y otra vez que YA estáis
cambiando, mejorando, creciendo. YA lo estáis haciendo, consiguiendo. Eliminad
de vuestra mente la etiqueta esa que dice que no podéis cambiar. Escribidla
imaginariamente en ese estado de relajación y quemad el papel, para siempre
porque YA estáis mejorando.
Las técnicas de sugestión y autosugestión son muy
poderosas. El método que os cuento es muy parecido al que empleo en el gabinete,
son técnicas de sugestión profunda, que se vuelven más poderosas cuando es la
propia persona la que se conduce.
Como escribí en una entrada anterior, decía Henry Ford que
Tanto si crees que puedes, como si crees que no puedes, no te preocupes, porque
en los dos casos TIENES RAZÓN.
Que en este caso tengas razón porque crees en ti, porque
crees que puedes.
Feliz Nuevo Mundo.
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