En
la entrada del 13 de noviembre prometí hablar sobre como aproximarse a la
consecución de objetivos mediante la visualización (podéis verla pinchando en
el índice de la derecha, se llama “un poco de historia”), allí decía:
“Verse
en la situación deseada. Imaginarse consiguiendo las metas deseadas. Sentirse
con ellas conseguidas. Esta técnica también vale para eliminar la ansiedad que
asociamos a situaciones de estrés”
También
prometí hablar sobre la programación mental, que sirve para darse instrucciones
para, por ejemplo, tener más confianza.
La
base de la visualización es sencilla, se trata tan solo de “verse” con el
objetivo conseguido, imaginarse cómo estaremos al alcanzar la meta, después de
haberlo conseguido.
Y sirve para
superar situaciones de ansiedad, en esas por las que tenemos que pasar sí o sí,
como por ejemplo hablar en público o hacer un examen oral.
Bien, comencemos
por la primera de las situaciones, el acercamiento a las metas.
A veces no somos
capaces de concretar qué es lo que queremos, o de mantenernos en el camino
hacia esa meta. La visualización es un medio para ver lo que falta en el
objetivo, o para mantener la motivación.
Vale, falta que
diga cómo.
Voy.
Vamos a recordar otra
entrada anterior, una más antigua (dentro de lo que cabe en este joven blog)
que dedique a la relajación. Fue el 17 de septiembre, y sería bueno que la
tuvierais cerca, impresa o en una segunda pantalla en el ordenador, simplemente
buscad la etiqueta en la que pone relajación.
Si os fijáis en
el ejercicio, hay dos párrafos que están entre paréntesis:
“(Previamente puedes haber determinado qué lugar
resulta especialmente calmante para ti mismo, y cambiar el que aquí se
propone; si se graba el ejercicio deja
aquí un espacio sin decir nada de uno o dos minutos, después sigue con la
grabación).
(En este momento de relajación puede autoprogramarte
para mejorar en los aspectos que desees, también puedes programar anclas
positivas, instrucciones positivas, afrontar situaciones estresantes o
angustiosas; estas instrucciones conviene escribirlas previamente para
aclararlas. O puedes, simplemente, calmarte).”
En el primero de
los párrafos recomiendo que antes del ejercicio es bueno pensar cual es vuestro
lugar ideal de relajación, aquél en el que os sintáis realmente a gusto.
El segundo de los
párrafos es importante ahora. En el estado de relajación en que os vais a
encontrar siguiendo el ejercicio, las autoinstrucciones que os dictéis quedarán mejor fijadas, y las
visualizaciones, las visiones, serán más profundas.
La idea es
imaginar y ver ese objetivo, verse con la meta conseguida, y de ese modo
reforzar la motivación para continuar. Cuantos más detalles seamos capaces de
ver, más próxima y asequible parecerá la meta, y seremos capaces de dedicar más
esfuerzo.
La sugestión
profunda que acompaña a estos ejercicios ayuda a que consciente y subconsciente
se orienten hacia el objetivo. Y eso es algo que no pasa desapercibido a los
demás. Percibimos a las personas que tienen claros sus objetivos, que se
sienten seguras de si mismas. Su actitud, su lenguaje físico no verbal es
atractivo.
Por otro lado, para
afrontar esas situaciones estresantes de las que he hablado, el sistema a
emplear es básicamente igual. En el estado de relajación profunda del ejercicio, vamos a imaginarnos que
nos encontramos nos vemos en la situación estresante, y nos imaginamos
haciéndolo muy bien, superando la situación. Después nos imaginamos grandes,
respirando fuerte con el éxito en nuestra mano, felices de haberlo hecho
fenomenalmente bien.
Por
ejemplo, los bloqueos a la hora de realizar
exámenes, tanto orales como escritos, o a hacer exposiciones en público, pueden
ser tanto emocionales como intelectuales.
¿Las
causas? Estrés por miedo a ser evaluado, experiencias previas valoradas
negativamente; o bloqueos de carácter personal o de autoestima, y los dos
derivan de la creencia errónea de sentirse incapaz de hacer algo, incrustada en
la mente a base de repetirla. Y solamente eres incapaz si te dices a ti mismo
muchas veces que no eres capaz.
¿Estrategias?
A largo plazo: trabajar la autoestima, practicar
autoinstrucciones para “saberse” capaz de lo que queramos mediante la técnica
que os he explicado. A corto plazo podemos tratar de controlar el estrés
mediante relajaciones rápidas, en el momento.
Recuerda
que ante una situación estresante puedes elegir entre:
“¡Qué nervioso/a estoy, no lo
voy a conseguir!”
o
“esta sensación de nudo en el
estómago es resultado de secreción de adrenalina, voy a utilizar esta sensación
para estar más despierto, ¡estoy preparado!”
El
proceso de programación mental es similar al que hemos visto, repitiendo
instrucciones positivas (autoinstrucciones) en ese momento de relajación profunda.
Esas instrucciones son frases de ánimo, o “órdenes” que nos damos a nosotros
mismos. Profundizaré un poco más en la próxima entrada cuando hable de anclas
mentales.
Quedan
un par de detalles.
Primero:
¿y si no soy capaz de verme? No todos pensamos igual, algunos pensamos en
términos visuales, otros con sonidos, con palabras o con movimientos. ¿Cómo te
sientes mejor? Pues hazlo así. A algunas personas les resulta más fácil pensar
en palabras, así que utiliza las palabras si te van bien, o palabras e
imágenes, complementando un sistema con otro. Importa hacerlo, practicar la
relajación darse buenas instrucciones y
frases de ánimo.
Segundo:
“Y esto, ¿cómo funciona? Simplemente porque somos sugestionables, obedientes,
en especial cuando hemos relajado cuerpo y mente. Se trata de sugestión (no
hipnosis) inducida por uno mismo. En las sesiones con mis alumnos/clientes
(coachees) utilizo estas técnicas, primero concretando las instrucciones, el
lugar imaginario de relajación preferido, la situación que se quiera
desbloquear, etc. Después induciendo una relajación profunda y ayudando a mi
alumno a encontrar sus respuestas.
El
próximo martes levaremos anclas, y crearemos otras.