O cómo ser más eficaces
Vuelvo a escribir después de mucho tiempo.
Y precisamente del uso del tiempo voy a hablar hoy,
volviendo a los orígenes de SUMAR, que son el aprendizaje y la mejora del
rendimiento.
Y es que el tiempo no se pierde, no se evapora, sino que
se emplea en aquello que en cada momento se decide.
El tiempo empleado en descansar no es tiempo perdido,
como tampoco lo es el dedicado al ocio. Cada persona decide a qué dedicar su
tiempo.
Al final, todo va de decidir
Si decides dedicarlo a acciones que no contribuyen a tus
objetivos, entonces tal vez tengas la sensación de perder el tiempo.
Cuando se trata de trabajo o de estudios, ese empleo del
tiempo puede ser eficaz o no.
Será eficaz si alcanzamos los objetivos propuestos, pero
para ello primero tendremos que definir las metas que queramos alcanzar, ya sea
en el día, en la semana, o en el periodo de tiempo que decidamos.
Porque al final todo va de decidir.
Decidir la meta
Esta es la primera tarea que debemos hacer.
Porque si no conocemos nuestro objetivo, si no hemos
decidido qué hacer en la vida, en el trabajo, en el día, no seremos capaces de
ordenar un camino para alcanzarlo.
Así que, emplea tiempo en pensar cuál es tu objetivo,
dónde quieres ir, antes de empezar a andar.
Decidir cada día cuáles son tus objetivos, laborales o de
estudio, o bien planificar y programar las tareas a realizar en el periodo de
tiempo que establezcas.
Decidir que es urgente e importante
En un día normal de trabajo, o de estudio, se emplea
tiempo muchas veces en cosas que no tienen nada que ver con el objetivo
marcado. A veces creyendo que esa tarea a la que dedicamos tiempo es importante
o urgente, otras veces, por pereza, se busca alguna distracción, y otras veces
simplemente es falta de organización.
Definido el objetivo, dentro de una jornada de trabajo,
podemos dedicar algún tiempo a establecer qué es más importante, qué es
urgente, y qué es secundario, es decir lo que puedo hacer otro día.
Una tarea es importante si influye en que alcancemos
nuestra meta o no. Y es tanto más importante cuanto más decisiva es.
Por ejemplo, si nuestro objetivo es iniciar un negocio,
es importante hacer un estudio de mercado del objeto de nuestro negocio, para
ver si el producto o servicio que vamos a vender tiene cabida en ese mercado. Si
tiene posibilidad de ventas en una zona geográfica determinada, entonces será
importante encontrar locales en esa zona, pero de nada sirve encontrar un buen
local si antes no tenemos la seguridad de poder vender ese producto o servicio
en esa zona.
Una tarea es urgente si tiene límite temporal, es decir,
si solamente tiene sentido hacerla antes de que llegue un momento del día o de
la semana.
Por ejemplo, llamar a un restaurante para reservar mesa
para comer es urgente por la mañana, pues o se hace antes de la comida o ya no
tendrá sentido.
La pregunta entonces es ¿y si no llamo tiene repercusión
en mi meta?
Depende de la respuesta que cada uno dé a esa pregunta,
la tarea puede resultar importante o no, y por tanto, si es urgente además,
debe hacerse en primer lugar.
Decididas cuales de las tareas son importantes y
urgentes, realizaremos primero las más decisivas, las más importantes y
urgentes, después las importantes aunque no sean urgentes, y aquello que sea urgente,
pero no sea importante se deja para el final, o se hace en momentos programados
de descanso.
La agenda
Para que la programación del día sea eficaz, es
interesante conocernos a nosotros mismos, nuestra capacidad de mantener la
concentración en las tareas, y el tiempo que dedicamos a cada una de las
rutinas diarias. Con estos datos podemos establecer una agenda.
Primero podemos hacer una lista de todo lo que hayamos
decidido hacer en la jornada de trabajo.
Segundo conviene separar lo importante, lo que tiene
influencia en nuestra meta, de lo que no lo es, por muy urgente que parezca
(por ejemplo contestar al WhatsApp del grupo de futbol no es importante, y
seguramente tampoco es urgente, por muchas veces que suene el teléfono).
Después podremos colocar cada tarea en función del tiempo
disponible, y de lo urgente que sea.
Al final de la jornada podremos comparar el tiempo que
pensábamos dedicar a cada tarea con el realmente empleado. Además es
interesante chequear cuantas de las tareas importantes se han acabado.
En futuras entradas veremos más cuestiones sobre la
gestión del tiempo, como el rendimiento en función del cansancio, las leyes del
tiempo, posponer, postergar y procastinar, cuáles son tus ladrones de tiempo.
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