No
es coincidencia que la palabra inglesa “exit”, “salida”, se parezca tanto a la
española "éxito". Ambas provienen de la latina “exitus” Que significaba
originariamente salida.
En
español éxito significa conseguir, lograr, tener reputación. En términos
sociales quien tiene éxito es quien logra reputación y dinero, quien logra
reconocimiento. Es el éxito social, aquél del que se habla en las tertulias y
en los periódicos: “es una empresaria de éxito”, es decir, que obtiene
beneficios económicos de su empresa.
Y
como muchas otras cosas en nuestra sociedad se emplea en términos absolutos,
con un contrario. Igual que gordos y flacos, guapos y feos, altos y bajos, como
si la sociedad y la vida fueran solamente dos polos opuestos de cada cosa.
O
tienes éxito o fracasas. Como si el camino no fuera importante, como si los
errores no significaran oportunidades de aprender.
Cómo
si el éxito económico fuera el único de los éxitos posibles.
Y
en ese sentido de éxito, se define “excelencia” dentro de la calidad
empresarial y de los servicios como hacerlo bien a la primera. Pero para llegar
a ese punto de saber hacer es necesario haber recorrido los senderos del error,
y saber qué se hizo mal, qué no se debe hacer.
Vencer
las dificultades y conseguir ese premio que se te ha estado escapando, supone
una dosis extra de satisfacción respecto a quien logra todo a la primera no
conoce.
Sentir
satisfacción con lo que se hace, sentir que cumple nuestros objetivos, que nos
llena nuestra tarea. Que somos felices trabajando. Ver crecer nuestro proyecto
personal. Aprender de los errores y de los fracasos. Eso también es éxito.
La
medida del éxito es personal. Cada uno tenemos en realidad nuestra propia
definición de “éxito”. Puede ser, por ejemplo, ser capaz de vivir tranquilo, de
tener a nuestro alcance esos placeres cotidianos que nos niega la vida urbana,
como leer, o escuchar música, o dar un paseo sin tiempo.
Cierto
es que en la sociedad occidental, es necesario el dinero, como llave de esa
tranquilidad. La pregunta entonces es “cuánto dinero”.
Robert
y Eduard Skidelsky (padre e hijo respectivamente), han observado que para
muchas personas nunca es suficiente cantidad de dinero. No importan las horas
dedicadas al trabajo, o los días separados de la familia. Nunca es suficiente
como para detenerse y disfrutar. “Y
mientras trabajamos y compramos más, la vida se nos escapa.”
En
2012 escribieron el libro “Cuánto es
suficiente”, en el que indagan en el concepto de “insaciabilidad”, o
incapacidad de conformarse y parar. Se preguntan cuál es el propósito de
NUESTRA vida, y qué lugar ocupa la posesión de dinero en ese propósito. Dinero
que se convierte no solo en indicador de éxito social, sino en un fin en sí
mismo.
Podemos
preguntarnos entonces: ¿Qué es el éxito para mí?, o ¿Qué quiero conseguir en la
vida? ¿Cómo sabré que lo he alcanzado? ¿Qué haré cuando llegue allí?
Y,
en mi opinión, tan importante como saber qué queremos, es saber en qué no
queremos convertirnos.