“No hago carrera de él…Arréglamelo”
Estas palabras y otras parecidas, las oigo a veces cuando acuden padres a la sesión inicial dentro de un
proceso de Coaching con adolescentes.
Sin embargo, los jóvenes, los adolescentes, no “están
rotos”, tal vez parezca que no saben lo que quieren, y en ocasiones no lo
tienen del todo claro.
A veces se da por supuesto que padres y adolescentes tienen
una mala relación, pero no tiene por qué haber una relación complicada, no
tienen por qué llevarse mal. De hecho hay estudios (Richard Cloutier) que sufgieren
que la mayoría de las personas pasamos por la etapa de adolescencia sin ningún
problema grave de enfrentamiento con nuestros mayores.
Según la Organización Mundial de la Salud, la
adolescencia es el periodo temporal comprendido entre los 10 y los 19 años. En los términos de este blog, y para
comprendernos mejor, vamos a considerar adolescentes a partir de 13 años, y
hasta los 17 o 18 (depende de la persona) y vamos a llamar “jóvenes” a las
personas que superen esa edad. Pero en cualquier caso, vamos a referirnos a
aquellos adolescentes o jóvenes que conviven y dependen de los padres o
tutores.
Volviendo al principio ¿Qué sucede para que una persona
razonable diga que su hijo no funciona?
Sucede que lo que los padres quieren no es lo mismo que
lo que busca el adolescente (o la adolescente). Sucede que no pensamos igual
según vamos creciendo y madurando, y eso es bueno. Hay que decir, sin embargo
los adolescentes suelen asumir la mayor parte de los valores de sus padres, de
modo que la diferencia no es tanta.
Si tomáramos a las familias con empresas, diferenciaríamos
los objetivos de la “empresa” con los del “empleado”, es decir los objetivos de
los padres y lo deseado por el adolescente.
Los jefes (los padres) quieren el máximo rendimiento de cada
miembro de la organización, que todos cumplan con su deber y alcancen los
objetivos marcados, que en este caso suelen estar relacionados con las
calificaciones académicas.
El asunto es que los empleados, los adolescentes, pueden
tener otras metas. Hacer que ambos
grupos de objetivos confluyan, puede parecer imposible, pero por muy complejo
que parezca, se puede trabajando desde el Coaching.
Llamamos coaching al conjunto de técnicas que ayudan a la
persona a realizar todo aquello que ya sabe hacer, potenciando sus habilidades
y capacidades, acompañada por un Coach que hace de "catalizador".
Desde esta perspectiva, tratamos con los jóvenes y
adolescentes presuponiendo que tienen capacidad de mejorar, que tienen la
competencia para crecer y para definir y alcanzar sus propios objetivos. Esa
idea de capacidad es fundamental, porque desde ahí podemos trabajar juntos para
que el adolescente encuentre su camino en la vida, su propio camino.
El punto de contacto entre esos dos grupos de objetivos de
los que hablamos, se encuentra en la motivación interna del adolescente. Las personas
luchamos más por aquello que nos es propio, que nos interesa desde dentro. Es posible
hacer que esas metas propias coincidan con las que los padres imponen, de modo
que al cumplir con lo marcado por los padres, consigan además lo que ellos o
ellas quieren.
Pueden hacer suyas las metas familiares, ya sea por
convencimiento, o simplemente considerando esas metas externas como un medio
para conseguir su fin (es decir, haciendo de los aprobados o de las buenas
notas un medio para conseguir lo que quieren en ese curso o en el futuro).
Para ello hemos de indagar en lo que el adolescente
quiere para su futuro, mediante preguntas y otras herramientas. A veces, cuando
el joven clarifica sus metas, ve en lo que sus padres le piden una oportunidad.
Otras veces aprenden a negociar, intercambiando los aprobados por otras cosas.
Algunas veces descubren que su futuro es distinto al planificado por sus padres,
y desde el convencimiento de lo que quieren pueden avanzar por su camino y a la
vez convencer a su familia de que eso es lo que van a hacer, porque es lo que
de verdad les gusta y les motiva.
A veces, en este mundo economicista, en el que parece que todos
tendríamos que ser ingenieros, médicos o abogados, olvidamos que algunas personas
han nacido para ser artistas, y creemos que ese camino solamente llevará a la
ruina a nuestros hijos. Sin embargo tener una carrera no es sinónimo de tener
empleo, y mucho menos de tener el empleo que a cada uno nos gusta. Tal vez
sería mejor dejar a cada uno seguir su camino, su gusto, dotándole de las
mejores herramientas para que pueda ser lo mejor posible en aquello que quiera hacer.
Las áreas de intervención en el proceso con adolescentes
y jóvenes, son por tanto motivación, conjugación de objetivos de la familia y
propios del adolescente (con prioridad en éstos), y también las relaciones del
joven con su entorno y mejora de autoestima. Hay que tener en cuenta que las
personas somos seres sociales, y el sistema de relaciones del adolescente
incluye a su familia y a su conjunto de amigos y compañeros de estudios.
¿Y cómo conseguir esto? Hablando y dejando hablar,
escuchando, comunicándose.
Si tienes alguna duda y quieres más información sobre
procesos con jóvenes y adolescentes, no dudes en preguntar en info@gabinetesumar.com.
Más información sobre mi en:
www.gabinetesumar.com.
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