jueves, 30 de enero de 2014

Meditar para mejorar la atención, la concentración y calmarse.


Hoy quiero hablaros de un libro. Tiene un título peculiar: “Tranquilos y atentos como una rana”, de Eline Snel.

Es un libro que trata de meditación y mindfulness para niños. Busca proporcionar a los niños (y a sus padres) herramientas para mejorar la concentración, la atención y la capacidad de calmarse.

Dice la autora que mindfulness no es otra cosa que estar conscientemente presente, sin juzgar, ignorar las cosas o dejarse arrastrar por ellas.

Es un libro muy recomendable para todos aquellos que tenemos niños. Es bueno para ayudarles a mejorar su concentración, y para que sean capaces de meditar. Viene con un CD en el que hay varios sencillos ejercicios para que los niños aprendan a meditar, a concentrarse, a parar y a dormir tranquilos.

Aunque las edades recomendadas son de 5 a 12 años, creo que tanto los ejercicios como el texto son útiles para todos.

Pensando en cómo la meditación, y las técnicas de relajación, ayudan a mejorar la concentración, la capacidad de atención y la capacidad de calmarse, quiero proponeros algunos ejercicios sencillos para controlar los nervios, a la vez que mejoramos la capacidad de concentración en el momento presente.

El primero es la meditación, tal y como se indica en el libro, alejándonos de interpretaciones transcendentales que no son objeto de este blog. Como ejemplo de meditación sencilla podéis ver el vídeo: 




también en la página de Facebook del Gabinete,


Otro medio de conseguir detener el curso acelerado de los pensamientos, para centrarse en el ahora, es repetir un mantra, un sonido o una frase en la que centrarse durante unos instantes.

Un tercer medio es poner el foco en la respiración. Respirar es un acto inconsciente, para el que no necesitamos pensar o dedicarle atención. Sin embargo cuando centramos la atención en cómo respiramos, podemos dejar fuera el resto de pensamientos.

Por último un sistema sencillo y rápido es la “ceremonia del aquí y ahora”, que simplemente consiste en centrarse en sentir el momento presente.

Para ello primero siéntate en una postura cómoda, cierra los ojos y respira un par de veces, profundamente, dejando salir el aire poco a poco, de modo que el tiempo de espiración sea mayor que el de inspiración.

Ahora céntrate en el sentido del olfato, durante un instante dedícate a oler, a sentir los olores del lugar en el que te encuentres. Simplemente siente, no juzgues, ni siquiera se trata de descubrir nada, simplemente oler.

Ahora céntrate en el sentido del oído, de igual modo que antes escucha los sonidos, sin tratar de descubrir ni de dónde vienen, ni qué los produce. Simplemente escucha.

Pasa tus manos por el asiento, por el suelo, por donde sea que alcances, sintiendo la textura de las superficies que tocas, sintiendo el tacto de la ropa que llevas, sintiendo el viento si existe, sintiendo el aire que te rodea.

Por último abre los ojos, mira a tu alrededor, fíjate en los colores, en los objetos, en cuanto te rodea aquí y ahora.


Eso es todo, durante un momento has detenido tus pensamientos, el ritmo de las preocupaciones. Durante todo el tiempo que necesites, puedes quedarte aquí, centrado en el presente.

jueves, 23 de enero de 2014

Hablando de adolescentes

“No hago carrera de él…Arréglamelo”

Estas palabras y otras parecidas, las oigo a veces cuando acuden padres a la sesión inicial dentro de un proceso de Coaching con adolescentes.

Sin embargo, los jóvenes, los adolescentes, no “están rotos”, tal vez parezca que no saben lo que quieren, y en ocasiones no lo tienen del todo claro.

A veces se da por supuesto que padres y adolescentes tienen una mala relación, pero no tiene por qué haber una relación complicada, no tienen por qué llevarse mal. De hecho hay estudios (Richard Cloutier) que sufgieren que la mayoría de las personas pasamos por la etapa de adolescencia sin ningún problema grave de enfrentamiento con nuestros mayores.

Según la Organización Mundial de la Salud, la adolescencia es el periodo temporal comprendido entre los 10 y los 19 años.  En los términos de este blog, y para comprendernos mejor, vamos a considerar adolescentes a partir de 13 años, y hasta los 17 o 18 (depende de la persona) y vamos a llamar “jóvenes” a las personas que superen esa edad. Pero en cualquier caso, vamos a referirnos a aquellos adolescentes o jóvenes que conviven y dependen de los padres o tutores.

Volviendo al principio ¿Qué sucede para que una persona razonable diga que su hijo no funciona?

Sucede que lo que los padres quieren no es lo mismo que lo que busca el adolescente (o la adolescente). Sucede que no pensamos igual según vamos creciendo y madurando, y eso es bueno. Hay que decir, sin embargo los adolescentes suelen asumir la mayor parte de los valores de sus padres, de modo que la diferencia no es tanta.

Si tomáramos a las familias con empresas, diferenciaríamos los objetivos de la “empresa” con los del “empleado”, es decir los objetivos de los padres y lo deseado por el adolescente.


Los jefes (los padres) quieren el máximo rendimiento de cada miembro de la organización, que todos cumplan con su deber y alcancen los objetivos marcados, que en este caso suelen estar relacionados con las calificaciones académicas.

El asunto es que los empleados, los adolescentes, pueden tener  otras metas. Hacer que ambos grupos de objetivos confluyan, puede parecer imposible, pero por muy complejo que parezca, se puede trabajando desde el Coaching.

Llamamos coaching al conjunto de técnicas que ayudan a la persona a realizar todo aquello que ya sabe hacer, potenciando sus habilidades y capacidades, acompañada por un Coach que hace de "catalizador".

Desde esta perspectiva, tratamos con los jóvenes y adolescentes presuponiendo que tienen capacidad de mejorar, que tienen la competencia para crecer y para definir y alcanzar sus propios objetivos. Esa idea de capacidad es fundamental, porque desde ahí podemos trabajar juntos para que el adolescente encuentre su camino en la vida, su propio camino.

El punto de contacto entre esos dos grupos de objetivos de los que hablamos, se encuentra en la motivación interna del adolescente. Las personas luchamos más por aquello que nos es propio, que nos interesa desde dentro. Es posible hacer que esas metas propias coincidan con las que los padres imponen, de modo que al cumplir con lo marcado por los padres, consigan además lo que ellos o ellas quieren.

Pueden hacer suyas las metas familiares, ya sea por convencimiento, o simplemente considerando esas metas externas como un medio para conseguir su fin (es decir, haciendo de los aprobados o de las buenas notas un medio para conseguir lo que quieren en ese curso o en el futuro).

Para ello hemos de indagar en lo que el adolescente quiere para su futuro, mediante preguntas y otras herramientas. A veces, cuando el joven clarifica sus metas, ve en lo que sus padres le piden una oportunidad. Otras veces aprenden a negociar, intercambiando los aprobados por otras cosas. Algunas veces descubren que su futuro es distinto al planificado por sus padres, y desde el convencimiento de lo que quieren pueden avanzar por su camino y a la vez convencer a su familia de que eso es lo que van a hacer, porque es lo que de verdad les gusta y les motiva.

A veces, en este mundo economicista, en el que parece que todos tendríamos que ser ingenieros, médicos o abogados, olvidamos que algunas personas han nacido para ser artistas, y creemos que ese camino solamente llevará a la ruina a nuestros hijos. Sin embargo tener una carrera no es sinónimo de tener empleo, y mucho menos de tener el empleo que a cada uno nos gusta. Tal vez sería mejor dejar a cada uno seguir su camino, su gusto, dotándole de las mejores herramientas para que pueda ser lo mejor posible en aquello que quiera hacer.

Las áreas de intervención en el proceso con adolescentes y jóvenes, son por tanto motivación, conjugación de objetivos de la familia y propios del adolescente (con prioridad en éstos), y también las relaciones del joven con su entorno y mejora de autoestima. Hay que tener en cuenta que las personas somos seres sociales, y el sistema de relaciones del adolescente incluye a su familia y a su conjunto de amigos y compañeros de estudios.

¿Y cómo conseguir esto? Hablando y dejando hablar, escuchando, comunicándose.

Si tienes alguna duda y quieres más información sobre procesos con jóvenes y adolescentes, no dudes en preguntar en info@gabinetesumar.com.

Más información sobre mi en:
www.gabinetesumar.com.



jueves, 16 de enero de 2014

Todos iguales, todos diferentes


En estas primeras semanas de 2014 estoy inmerso en la promoción de las actividades del Gabinete Sumar, en especial ofreciendo un proceso de Coaching para adolescentes, encaminado a acompañarles en la búsqueda de sus preguntas y sus respuestas y en la búsqueda de su motivación personal.

Cada persona, cada proceso de coaching es diferente. Es quien acude al proceso, el coachee o cliente, el que decide qué se va a tratar, cuál es el asunto que quiere atender o solucionar. Lo mismo sucede con los adolescentes, o los jóvenes. Cada uno tiene unas necesidades distintas y propias. Distintas de los demás adolescentes, y diferentes de las que los padres esperan, aunque esas diferencias terminen por no ser finalmente tan grande.

Cada persona necesita un estímulo distinto. Eso es algo que saben los buenos líderes, las personas que saben dirigir equipos.  Es muy interesante el video siguiente, en el que el entrenador de futbol Pep Guardiola y el director de cine Fernando Trueba conversan sobre esto.
 


A veces olvidamos esas diferencias.

Las personas somos muy diferentes unas de otras, y aunque se formalicen continuamente clasificaciones, no existen cajas absolutas en las que se puedan organizar las personas. 

La imposición de etiquetas para clasificar a las personas supone en definitiva eso, una etiqueta propia o externa que no termina de definir lo que cada uno es. Aunque debemos tener en cuenta que la repetición continua de la etiqueta puede volverse realidad. Recuerda que nos convertimos en aquello que repetimos que somos.

Tratar de forma diferente a cada persona, en especial a aquellas que se están desarrollando es, para mí, importante.

Os dejo con otro vídeo, sobre como la decisión de un médico de no catalogar a una niña dentro de una categoría y de ofrecer a su madre un camino de crecimiento en lugar de decepción, supuso que esa niña encontrara su vocación, lo podéis ver en este enlace: Creatividad y Escuela