Durante los últimos años me he dedicado a trabajar con personas. Como profesor, dando clases a niños y adolescentes, de distintas asignaturas; como preparador de oposiciones, aprovechando mi trayectoria de opositor; y como preparador “mental” o entrenador para que esas personas pudieran aprovechar mejor sus recursos, al margen de las concretas asignaturas que pudiera explicar.
El entrenamiento y preparación para que otras personas pudieran mejorar profesional y personalmente, al margen de los estudios, también ha sido parte de mi trabajo.
En este tiempo me he presentado a distintas oposiciones, sin aprobarlas. Analizando las causas de esos reiterados suspensos, me he terminado por preguntar ¿de verdad quería aprobar?
Lo cierto es que nunca he dedicado ni todo el tiempo posible ni toda mi atención a estudiar. Siempre han existido otras cuestiones que me han interesado más, en especial dedicando tiempo a mi familia.
Entonces…¿de verdad quería aprobar? He llegado a la conclusión final que no, que no quería aprobar porque lo que realmente me gusta hacer es esto, el coaching, en terminología actual; la preparación o entrenamiento mental.
El cambio de objetivo no significa que me arrepienta de lo que he hecho. Todo lo contrario. Pienso que cada paso que damos nos ayuda a crecer como personas, que tenemos derecho a cambiar de camino o de trayectoria profesional, o simplemente de opinión. Siempre obtengo experiencias positivas.
Dediqué tiempo a analizarme, a decidir qué quería hacer, a qué me quería dedicar, con qué meta estaba dispuesto a comprometerme. Esa meta es ésta, un gabinete de ayuda y de superación. Una vez establecida esa decisión fuerte, lo demás va desarrollándose fácilmente.
Voy a dedicar algunas entradas a la planificación. A cómo plantear los objetivos, las metas, cómo planificar y programar el futuro, como organizar el tiempo, cómo establecer las metas importantes, y como rechazar aquellas que no son importantes para nosotros. Con independencia de lo que piensen los demás.
Son muchos los libros y métodos dedicados a ayudar a planificar, a programar el trabajo para obtener objetivos. Uno de ellos, Plan Estratégico Personal, de Miguel Ángel Mañas Rodríguez, es realmente completo (http://goo.gl/LqtLq).
Ciertamente la planificación para conseguir objetivos puede enfocarse en cualquier ámbito de la vida, tanto en el profesional, como vital, emocional, de crecimiento personal, deportivo…
Voy a centrarme principalmente en el desarrollo de una planificación orientada a lo profesional, incluyendo aquí los estudios, especialmente cuando son la dedicación central de algunas personas (universitarios, estudiantes de formación profesional, opositores, estudiantes de bachiller y últimos cursos de Educación Secundaria).
Son cuatro las fases principales de la planificación: Decisión, Preparación, Acción y Mantenimiento o Finalización.
La planificación comienza por la decisión unida a la confianza; el absoluto convencimiento de que se va a lograr lo que se quiere, sin necesidad de ser perfecto.
La única actividad que no dará ningún resultado es la que no se inicia, lo más limitativo es la indecisión.
Para tomar la decisión de actuar, de perseguir un objetivo, es preciso previamente definir los objetivos a largo plazo, clarificar las metas. La mejor manera es formularse preguntas como las siguientes:
- Qué quiero: en qué área quiero mejorar, qué me gustaría cambiar.
- Por qué lo quiero.
- Qué va a mejorar en mi vida cuando alcance mi objetivo, que importancia tiene para mi esa mejora.
- A qué tengo que renunciar para alcanzar mi objetivo.
- Qué obstáculos exteriores e interiores (miedos, temores) existen.
- Cómo voy a lograrlo, que apoyos y recursos tengo.
De este modo se pueden delimitar los objetivos alcanzables, reales y deseados. Deben suponer un reto, siendo posibles, algo que nos atraiga y que nos seduzca, siendo alcanzable, posible.
Ten en cuenta que existen diferentes niveles de objetivos: de acción o inmediatos, de mejora de la situación o estado y objetivos vitales y de crecimiento personal. El método expuesto sirve para todos, pero la planificación concreta difiere, sobre todo en cuanto al horizonte temporal.
Una vez tomada la decisión de actuar, de perseguir una meta, pero antes de atacar la planificación concretamente, viene la fase de preparación, en la que cada objetivo se amplía y se desglosa en partes, en subobjetivos concretos para los que se establecerán plazos de consecución. Lo veremos otro día.
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