El
4 de abril di en el Colegio Corazón de María de Madrid una conferencia sobre
violencia de género a adolescentes de varios cursos.
Como
en cada ocasión en que he dado charlas adolescentes, nunca dejan de sorprenderme con sus preguntas
e interpretaciones. Ven y entienden mucho más de lo que podríamos creer por su
condición de “jóvenes inexpertos”.
Los
adolescentes son personas en crecimiento, física y mentalmente.
Creo
que es importante informarles de los peligros que los adultos sí creemos ver,
especialmente en este tipo de comportamientos.
Los
datos no son alentadores, cuando según publicó El País el 27 de enero de 2015:
• “El 33% de los jóvenes españoles de
entre 15 y 29 años, es decir, uno de cada tres, considera inevitable o
aceptable en algunas circunstancias controlar los horarios de sus parejas,
impedir que vean a sus familias o amistades, no permitirles que trabajen o
estudien o decirles lo que pueden o no pueden hacer.
NO,
el control no es una forma de amor, ni una expresión de cariño en la pareja. El
control significa inseguridad y falta de confianza.
Por
eso en las conferencias dirigidas a
adolescentes hago énfasis en varios puntos que considero importantes.
Primero
en las señales de detección, que ayuden a cualquier persona, pero especialmente a
las chicas, a desconfiar de aquellas relaciones que se van volviendo cada vez
más desiguales, con ellas en situación de inferioridad.
Segundo
en la necesidad de respeto hacia sí mismas, y de respeto hacia los demás. Una persona que no se respeta a sí misma es una persona en peligro, pues
se puede minusvalorarse, y creer que los insultos, reproches y “castigos” de
su pareja son merecidos.
El
respeto y el amor hacia uno mismo son el suelo sobre el que podemos crecer.
También
pongo el foco en la palabra confianza, que significa en el tema del que
hablamos, esperanza firme en que la persona que es nuestra pareja quiere mantener la relación por amor, actuando como parte de la pareja aunque no esté presente la otra persona, pero también significa ser confiable, es
decir, comportarse de esa forma determinada que hemos pactado implícita o
explícitamente, o que es esperada por el otro.
Confiar
significa dejar hacer a la otra parte, sabiendo cual es nuestra situación en la
pareja. No importa si sale con amigas o amigos, si se va, o si llega tarde.
Confiar
significa aceptar a la otra parte, sus diferencias, lo que no nos gusta, y no
querer cambiarlo, porque la otra persona es como es, y no como queremos que
sea.
Confiar
significa ser capaz de hablar, de expresar sentimientos, de decir lo que nos
gusta sin obligar a la otra parte a hacerlo, y de exponer lo que no nos gusta para que la otra parte lo sepa.
Confianza |
Dentro de este concepto de confianza, extendida a las personas que nos
rodean, ofrezco en las conferencias la idea de “Red de Seguridad”, que es la
creación por cada adolescente de un grupo de personas en las que tenga
confianza completa, y con las que, preferiblemente, comparte valores.
Forman
parte de esta red normalmente los padres, porque suelen ser personas que están
dispuestas a ayudarnos por encima de todo y de todos. Fomentar la confianza con
los hijos es, a su vez, tarea de cada uno de nosotros como padres (o madres,
por supuesto).
También
forman parte de la red los amigos y amigas en las que se es capaz de confiar,
aquellos y aquellas a los que contamos secretos, confiando en que no van a
extenderlo. Escribo aquí los dos géneros, porque la red de seguridad es un
grupo que los incluye, incluye a amigos y a amigas, y en su caso a las parejas.
Creo
que es importante que estas redes se “tejan” en los momentos de seguridad,
cuando no hay problemas, para que en caso de necesitarlas ya estén creadas.
Formar parte de una red de seguridad significa obtener ayuda si se necesita,
pero también ofrecerla cuando se crea necesaria.
Y
digo ofrecerla, porque muchas veces adolescentes y adultos no la aceptan ni la
piden fácilmente; por miedo, por orgullo, o simplemente porque no son capaces
de ver la situación real en la que se encuentran.
Esta
es muchas veces la situación en la que se encuentran las mujeres víctimas de
violencia de género. Dentro de una relación malsana, pero que aceptan porque
llegan a creer que merecen ese castigo o ese trato degradante.
La
red de seguridad puede ofrecer la ayuda, y esperar a que “caiga la venda” de
los ojos de la víctima, y entonces apoyarla, ayudarla, recogerla y llorar con
ella si hace falta.
No
será ese desde luego el momento de reproches o de “te lo dije”, que son aquí
más que nunca, absolutamente innecesarios.
Os
animo a ayudar a vuestros hijos a crear esas redes, a confiar en vosotros para
que sepan que estaréis ahí cuando lo precisen, aunque no necesitan contaros
todas sus intimidades (ninguno lo hicimos).
Nuestras
conferencias sobre violencia de género en adolescentes y de coaching para
adolescentes son gratuitas, tanto en la versión “para padres” como en la
dirigida a adolescentes.
Más
información escribiendo en este Blog, o de forma privada en
alberto.sillero@gabinetesumar.com