Muchas
personas se sienten más seguras cuando tienen todo bajo control.
La
duda que surge aquí es sobre la palabra “TODO”. ¿Se puede tener TODO bajo
control? No lo creo.
Ni
en el terreno personal, ni en el terreno laboral, ni en ningún otro.
Tratas
de controlarlo todo, tu vida, qué harás el sábado, cómo y cuándo llegarás al
trabajo, con quién van tus hijos… Incluso puedes llegar a pensar en que no
tenerlo todo controlado es irresponsable.
Así
que tratas de controlar lo que pasa a tu alrededor, lo que haces, lo que hacen
los demás, cómo lo hacen… Se trata de conseguir que se haga a tu manera.
¿Te
reconoces?
Tratar
de controlar todo lo que hacen las personas a nuestro alrededor, ya sea en el
plano familiar como en el trabajo, es realmente difícil.
Las
personas tienen la costumbre de pensar por sí mismas, y si se someten a un
excesivo control pueden querer escapar del control y de la persona
controladora.
Quien
quiere controlar demasiado se encuentra haciendo su trabajo, y luego el trabajo
de los demás, aunque ese trabajo ya haya sido hecho. Se delega aparentemente,
pero luego se rehace lo que otros han hecho o se manda rehacer. Una y otra vez.
Sucede
que el “Control Total” no existe. El mundo está sometida a una Ley de la
termodinámica que se llama “Entropía”, y que simplificando mucho quiere decir
que todo se desordena continuamente.
La
seguridad que se alcanza al tenerlo todo bajo control es una falsa seguridad,
porque tarde o temprano algo escapa a ese control, algo se desordena, algo cambia
sin avisar. Y entonces las personas que “necesitan” tenerlo todo controlado se
sienten completamente inseguras.
Llega
un momento en que el control se descontrola, al querer tener todo vigilado. El
deseo de control produce más control, y sigue así hasta que se vuelve
insoportable.
Sucede
con las cosas, con las personas, con el trabajo, y con una mismo.
Hay
quien puede pretender también controlar las emociones, como si esto fuera
posible. Se puede llegar a limitar la expresión de las emociones, para evitar
que otros sepan cómo nos sentimos (no, no tiene demasiada utilidad excepto
jugando al mus). Pero controlar las emociones no es posible.
Las
emociones aparecen en nuestra mente, en nuestro cuerpo, según estímulos,
situaciones y comportamientos de personas que no podemos controlar porque están
fuera de nuestra esfera de acción.
En
la película Inside Outside, las emociones parecen tener vida propia dentro del
cerebro de cada personaje, y son ellas las que “guían” el comportamiento de las
personas.
Lo
más que se puede hacer con las emociones es tratar de negarlas, para ver si
desaparecen.
Otra
cosa es lo que decidamos hacer con esas emociones, y el tiempo que decidamos
quedarnos en ellas. Este es un trabajo de la Inteligencia Emocional, primero reconocer
las emociones, después elegir la acción a ejecutar.
Así
que, mejor asumir que no podemos, ni necesitamos controlarlo todo. Dejar que
los demás hagan su trabajo (se llama delegar) y que asuman sus resultados y
consecuencias, sean las que sean. Dejar que el mundo nos sorprenda y
emocionarnos como niños con esa sorpresa, sin pensaren si pudimos hacer que
fuera distinto.
El
autocontrol está bien, controlar el mundo, solamente lo imaginan los malos de
las películas de James Bond, y nunca les funciona.
Más
información sobre mí, y sobre mi trabajo, en www.gabinetesumar.com.